miércoles, 19 de diciembre de 2012

El Loco y el Ermitaño




Hay un romance eterno entre el Loco y el Ermitaño...
Cada uno tiene lo que el otro carece: uno la frescura, la juventud, el gusto por el riesgo. El otro la prudencia, los años, y el andar cauteloso.
El uno quisiera no pensar tanto y el otro necesitaría pensar más...
Uno es inexperto, el otro, sapiencia.
El Ermitaño con su espalda cargada admira al joven despreocupado, cómo puede andar tan ligero por la vida…
El Loco admira a su sabio Maestro, respeta sus arrugas, su silencio comprensivo.
Uno contempla, el otro explora.
El Ermitaño admira la arriesgada espontaneidad del Loco y su inocencia, mientras que el Loco busca la profunda intimidad espiritual del Ermitaño.
Son parecidos en sus diferencias, dos inadaptados del sistema, independientes por demás, almas libres de condicionamientos, en proceso de búsqueda.
Saben que al mirarse, se encuentran, se reconocen, cada uno refleja al otro, tan sólo con una diferencia de tiempo, de dolores, de experiencias vividas, de mutua ternura y comprensión.
Los dos viven al margen en un mundo de soledades compartidas.
Uno no encaja, el otro tampoco.
A uno el mundo lo rechazó por loco.
El otro rechazó al mundo por loco..
Están hechos de la misma sustancia inabarcable, del mismo misterio, del mismo vacío pleno.


 

Los dejo con este maravilloso tema que bien podría ilustrar esta entrañable relación.




Espero que lo disfruten,
Bendiciones.

Ivy.